Los niños suelen presentar conductas inadecuadas en ciertas etapas de su desarrollo y por lo tanto problemas que deriban de ellas. En ocasiones, cuando las mismas se mantienen en el tiempo, se incrementan en frecuencia o magnitud y requieren de intervenciones que contribuyan a mejorarlas.
Los problemas de conducta suelen ocurrir ante ciertas situaciones particulares en las cuales pueden identificarse sus causas. Mientras que en otras, las conductas inadecuadas se desencadenan sin una causa aparente o por distintos factores difíciles de identificar.


Es normal responder a la presencia de estas conductas con la consecuencia de quitar un beneficio o algo que les gusta (“Si seguís portándote así, te apago la tele”). En otras circunstancias, con un premio si no aun tiene dicho comportamiento (“Si te portas bien, te compro un chocolate”). Sin embargo, a veces las conductas se sostienen y ya no hay más que quitar. Eso genera enojo y repercute negativamente en el vínculo con los niños.

¿Pero por qué sucede eso? las conductas siempre cumplen una función. Para el niño tienen un sentido, algo que está manifestando a través de ellas, como una necesidad que es indispensable ser atendida y respondida. Cuando el comportamiento se sanciona, no se escucha dicha necesidad. Por más que actuemos sobre sus consecuencias y a veces ese comportamiento disminuye, puede volver a repetirse.

¿Qué finalidad puede tener una conducta inadecuada? querer obtener algún objeto, la atención del otro, realizar algún tipo de ejercicio, el rechazo a personas o un estímulo que le resulte desagradable. Como así también una manera automática de proveer algún tipo de sensación física.
Por eso, las intervenciones varían de acuerdo a cada una de las funciones. Para las que se pueden aplicar distintas técnicas que modifican aquella conducta problemática, una vez identificada la función que la motiva. Y estas estrategias aplicadas con constancia, hace que las conductas inadecuadas disminuyan o desaparezcan.


¿Cómo puedo descubrir «el porqué» de una conducta? A veces, es sencillo darnos cuenta qué es lo que la motiva. Sin embargo, en ocasiones es importante poder registrar ciertos aspectos ( Registro y Análisis Funcional de Conducta) que nos van a permitir realizar una hipótesis para luego intervenir.


Las conductas inadecuadas constituyen una forma de comunicación inapropiada y primitiva. Por lo que, enseñando un comportamiento alternativo que tenga la misma función comunicativa, que sea adecuada en su forma, hace que la conducta problemática disminuya. Por ejemplo: “Mi hijo se tira al piso y llora cada vez que quiere upa”. Enseñarle a pedir upa a través de un gesto o palabra, logra que su necesidad sea respondida a través de una forma alternativa de comunicación. Reemplazando una conducta inapropiada por otra también comunicativa pero funcional y adecuada.

la información extraída de la siguiente bibliografía a resultado de suma importancia para la confección de este blog Bunge, E; Gomar, M; Mandil, M (2009): Terapia Cognitiva con Niños y Adolescentes
Mascotena, Mauro: Manual básico de ABA para padres y maestros

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